La pérdida de uno o más dientes acarrea un desequilibrio en el sistema masticatorio, que en la mayoría de casos el cuerpo no puede reparar por sí mismo.
Si este diente o dientes, no son reemplazados, frecuentemente, se producen movimientos migratorios dentales no deseados, y contactos entre ellos, desproporcionados; lo que perjudica la estructura del diente y su aparato de sostén, hueso y encía; además de provocar interferencias en los movimientos mandibulares, que pueden alterar las articulaciones temporo-mandibulares; e incluso el aparato locomotor; máxime cuando se perpetúa una masticación unilateral.
La reposición de dientes perdidos, no es un mero acto mecánico, sino un proceso de sanación en el que importa mucho cuando reponer los dientes y cómo hacerlo. Este es el reto, adaptarse a las necesidades individuales de cada persona en cada momento de su vida.
La filosofía de mínima invasión no siempre es compatible con el máximo confort, por ello es importante informarse bien de las opciones terapéuticas, sus ventajas y sus inconvenientes; teniendo siempre en cuenta que la salud holística representa en global mucho más que la simple suma de todas sus partes.